Qué tal el pedazo de puente?? Vacaciones? O curro, estudio...? Espero que no mucho de lo último :) Para mí estos 8 días han sido espectaculares, algún momento bajo, pero bué, cosica de ná ;)
Os cuento, quería aprovechar mis días libres para irme por Europa, mi deporte favorito jeje. Finalmente el destino iba a ser español, y la verdad es que nunca me atrajo en exceso eso del turismo nacional (exceptuando Madrid y Granada), pero después de estos días soy fan!
Cada ciudad tiene un aire, un algo que la hace especial y diferente de las demás. Pues en Córdoba ese algo mola y mucho.
Pasear por sus estrechas calles con casa blancas y patios cordobeses en la Judería, pasear por la Mezquita y sus alrededores, patearse la zona de la plaza de las Tendillas repleta de tiendas y ambientazo, sentarse en la plaza de la Corredera y tomarse unas cervecitas al sol, comer salmorejo y flamenquines en un buen bar de los tantos que hay...todo regado con un buen clima, buena gente y encima, como es Andalucía, is very cheap!!
¡Un besico y feliz semana!
Carita de Mona.
No he estad nunca y me muero por ir la verdad! No conozco nada del sur de España a pesar que toda la familia materna es Sevillana, tiene un encanto especial que me atrae muchísimo.
ResponderEliminarUn besito! ^^
Mi vida en sueños
Que rico!!!!! yo quiero estar por allí, lindas fotos, me han dado muchas ganas de viajar, me ha encantado tu blog, desde ya te sigo
ResponderEliminarbesos desde http://qekaqewe.blogspot.com/
Yo estuve allí. Imaginaos, Córdoba, mediados de julio del 92 (¡ha llovido! ¡yo he perdido pelo!) y si tiráis de hemeroteca veréis que más de 40º a la sombra. Córdoba = calor, mucho calor, vamos, un horno. Calles desiertas, ¿qué coño hacíamos allí los 6 panolis? Hasta que descubrimos las callejuelas de la judería, blancas, estrechas, y aquel bar donde pedimos tapas de lo más variopinto y mi amigo Antoñito no echó la pota de milagro tras zamparse, además, un plato de rabo de toro (¡hacía más de 40º a la sombra!), así que necesitó un vaso de Fanta para desatascarse, bueno, eso dijo, y nosotros lo miramos atónitos y lo dejamos hacer, para eso pagaba él la cuenta. Lo cierto es que yo viajé en el otro coche (flamante Opel Corsa) de vuelta a Sevilla. Los que le acompañaban en el Seat Ibiza dijeron al llegar, 150 kilómetros mediante, que se pasó el camino expulsando el gas de la Fanta.....y el del rabo de toro....y el de las 20 tapas diferentes que probamos.
ResponderEliminarY eso es lo que recuerdo de Córdoba.
Otro día hablamos de cómo pillamos al ladrón del radiocasete del flamante Seat Ibiza unos días más tarde en Huelva, y de cómo lo recuperamos rodeando al gitanillo acojonao 6 gilipollas en bañador y con tijeras y piedras en la mano. Todo esto después de pasarnos varias horas recorriendo el puerto en busca de Antoñito, que se nos había perdido al doblar una esquina, y que apareció cuando ya nos íbamos a volver a Sevilla sin él. Pero esa es otra historia...
Muchas gracias por los comentarios, Yania y QekaQewe, qué bonicas! :)
ResponderEliminarTengo esto algo abandonado por el curro, pero no quiero dejarlo ni de broma jeje.
Godofredo...llevo días dándole vueltas a una contestación a tu comentario y...es incontestable porque lo dice todo por sí solo jaja. Gran historia, quiero saber más, la parte de Huelva, del puerto...GRANDE.
¿Huelva?, ¿quieres saber lo de Huelva, pequeña saltamontes?. ¿Está preparada?
ResponderEliminarMediados de julio del 92, ya sabes. 6 panolis en bañador, eso éramos, todos con pelo, y todo negro...aun. Y verás que lo de panolis es enteramente procedente para entender la historia.
Llegamos a Huelva una tarde ardiente de aquel mes de fuego. En 2 cochazos de lujo, un Corsa y un Ibiza. Habíamos pasado la mañana en Doñana, después de un madrugón en la casa alquilada de Camas (a pocos Km de Sevilla). Tras salir del Parque Nacional a primera hora de la tarde, enfilamos la capital onubense, pasando antes por Moguer, cuna de Juan Ramón Jiménez. Y entonces se desmadró todo.
Aparcamos en una calle cercana al puerto, Antoñito se enfadó por no sé qué gilipollez, vamos, lo habitual en él, doblamos una esquina y.... desapareció. Todito entero. Y todos a buscarlo por esas calles abrasadas por el Sol. Y pasaron los minutos, y que si quieres arroz Catalina, Antoñito sin aparecer. Lo que más nos preocupaba, sinceramente, es que era el dueño del Ibiza.....y tenía las llaves. Y claro, había que regresar a Sevilla antes del alba a ser posible, por el sueño mayormente, y meternos los 5 en el Corsa pues, hombre, si era estrictamente necesario se hacía.... pero había que intentar viajar más anchos.
El caso es que, tras un buen rato sin rastro del muchacho, divisamos la flamante comisaría de policía del puerto y allá que fuimos a dar parte de la desaparición. Y henos allí a la pobre Ana con cara de sueño y qué hago yo con estos, y 4 tíos en bañador explicándole al agente que se nos había perdido un amigo de ¡25 años! ¿Cuántos, cuántos me decís que tiene? Pues 25 señor agente. ¿Y se os ha perdido, decís? ¿Un tío de 25 años? Bueno, estooo...sí. ¡Ya!
Vamos que no, mucho caso no nos hizo, se sonrió, dijo que mirarían por ahí, y nos aseguró que estaría por esas calles dando vueltas y que, ¡ala! a seguir buscándolo, y que, hombre, si pasaban las horas y seguía sin aparecer pues, en fin, ya verían de buscarlo y eso, pero que ¿un tío de 25 años perdido? ¿no se habría ido él? dijo incluso no sé qué de mujeres, algo relativo a una profesión, más antigua del mundo creo que fueron sus palabras ¿señor agente, qué insinúa? que somos panolis.
Y allá que volvimos. A las calles del puerto. Y al doblar una esquina....apareció. Y encima cabreado. Y coreamos un anda, vamonos a Sevilla, que Huelva ya está vista, y buscamos los coches. Y entonces sucedió. Lo del gitano, digo. Lo de Antoñito no tenía gracia. Esto un poco.
En efecto. Llegamos a los coches, y descubrimos la puerta del Ibiza abierta, huerfano de radiocasete el hueco delantero, y un gitano de nuestra planta corriendo con el cuerpo del delito en una mano a pocos metros. Bonita estampa. ¡A por él! Y los 5 pies en polvorosa, Ana tú espera en el coche, no sea que nos roben lo que queda, y los demás detrás del fulano, caiga quien caiga. Demasiada delantera nos llevaba, dobló una esquina, y desapareció.
ResponderEliminarAsí que volvimos al coche, bramando en arameo el pobre Antoñito, defecándonos en Huelva y la madre que la parió los demás. Las cosas como son.
¿Qué rollo, no?
Pues ahí va eso: arrancamos, giramos varias calles, y de pronto vemos al tipo ese a lo lejos subiendo una calle empinada, por la acera. Se bajaron los 3 del Ibiza, los del Corsa seguimos con el coche hasta el final de la calle, y paramos allí, bloqueando la salida. El gitano nos vio, delante suya. Miró atrás y descubrió a los otros 3 rodeándolo por detrás......y sacó las tijeras. ¿A nosotros? ¿Unas tijeras? ¿Después del calor que habíamos pasado por esas calles buscando a Antoñito? Te vas a comer las tijeras, pensamos todos. Nacho se agachó y cogió unas piedras del suelo, y ni corto ni perezoso la emprendió a pedradas. Y los demás igual, ya puestos. Y claro, ponte en su lugar. El radiocasete al suelo y pies para que os quiero. Y Nacho todavía le lanzaba piedras mientras el otro corria con dos nódulos recién salidos en la garganta. Y colorín, colorado, recuperamos el radiocasete sano y salvo, volvimos a los coches, y le hicimos jurar a Antoñito que nos debía un convite por la gesta. Es que además era el pudiente del grupo, el que tiraba de tarjeta.
Y eso fue todo. Eso fue Huelva.
Lo de Alejandro dando vueltas por Sevilla por la noche intentando encontrar el camino de vuelta a Camas, y pasando una y mil veces por la puerta de Jerez también fue memorable....¿no te lo he contado?