Llevo tiempo queriendo escribir, en verdad llevo tiempo queriendo gritar a los cuatro vientos cómo me siento, pues estos sentimientos tan profundos, puros, únicos y nuevos me desbordan el alma.
Recordáis esos tarros de mierda emocional? Ya no sé ni dónde están, creo que esto que me está pasando ha hecho eso, desbordarlo todo de amor e ilusión y ya no hay sitio para ningún tipo de basura emocional. Han debido caer en el precipicio del olvido, ojalá sea así y esto no sea un espejismo.
Soy una persona altamente sensible, de esas que se llaman highly sensitive y que ya hasta se estudian y todo. Soy todo emoción y corazón, y cuando amo de verdad, lo doy todo, sin siquiera poner una mínima barrera protectora. El resultado es un corazón que ha vivido y sentido enormemente en 31 años.
Pero ahora todo es distinto, mi corazón se ha abierto en canal. Y aquí estoy, sintiendo más fuerte que nunca en mi vida, entregada sin condiciones, luchando contra mis miedos e inseguridades y ganando poco a poco.
Las cuestas de Madrid, el sol cegador, las obras a más de 30 grados, los edificios altos y majestuosos, insultantemente elegantes y bellos. La vida viniéndose abajo, como cuando juegas al jenga y se caen todas las piezas de repente, sin tregua, todo o nada, ese sentimiento. Sentirme sola y desvalida, sentir frío a 35 grados a la sombra, el café ardiendo en la lengua como un glaciar, aquella mañana de lágrimas desbordadas, gafas de sol y dolor en los ojos y en el alma, en lo más profundo de mi alma. Desrealización absoluta.
Botella de agua, horas de coche y posturas incómodas, en todos los sentidos. Un vacío en el corazón, la muerte de una parte de mi. El no poder expresarlo con palabras. Querer pensar y no pensar a la vez. Ya habrá tiempo para recomponer el puzle, tengo toda la vida para ello, pero a la vez, se ha acabado el tiempo. Esa axfisiante y demoledora dualidad.
Sur, calor, del bueno, casa, apego, lo conocido, lo amado, Mamá. Horas de sueño, corte de pelo, realidad, siempre para bien, porque no hay nada peor que vivir una vida de mentira.
Coche, agua, cloro, crema solar, Murakami, autoterapia, Papá. Zambullir el cuerpo entero en agua fresca para resetear. Tejer, dormir, café, coche.
Familia, medicina natural, ruido, jaleo, bebé, niños, risas, gritos, fanta, paella a las 4 de la tarde, apego, amor, piscina, sol, mis niñas, mi instinto, mi sangre, mi todo. Yo misma, realidad, ilusión por vivir. Coche, calor, ciudad, paseo, comida deliciosa, brindis, amor. Dormir bien, sentirme guapa, pasado, presente, reencuentros, huevo frito con patatas fritas, helado, granizado de limón, prisas, coche, abrazo, beso, millones de corazones hechos con las manos, mirarnos hasta que ya es imposible vernos porque cruzo la puerta rotatoria. Control de equipajes, puerta B33, España juega contra Marruecos, me muerdo las uñas. El avión despega. Vuelta a Belfast.
Tengo un nudo en la garganta que no me deja tener paz en estos días. Creo que escribir me puede ayudar a deshacerme de esta angustia emocional que siento ahora mismo.
Tengo las crudas palabras para expresar cómo me siento, la realidad hecha párrafo. Palabras que significan bien poco por separado, pero que juntas forman toda una declaración, tan obvia, que asusta.
No es el objetivo de este post vomitar este tarro de porquería, deshacerme de la mochila emocional que siempre llevo a las espaldas, por mi condición de persona que siente muy por encima de sus posibilidades.
A veces, como ahora mismo, me viene muy grande esta carga de sentimientos y emociones que llevo dentro, y salen a borbotones, y yo creo que me limpio por dentro pero no, yo sigo sintiendo con esa intensidad desmesurada.
Igual que cuando era pequeña fui aprendiendo a controlar lo nerviosa y lagartija loca que era, ahora en mi vida adulta trato de controlar mis emociones, no dejarme llevar por ellas, no dejar que ganen a la razón y a la inteligencia más fría. Pero siempre fracaso estrepitosamente, y me doy de bruces contra la realidad, y es que nadie cambia tan profundamente, y yo no voy a ser una excepción.
Y una vez más, he fracasado. Y vivo en un lugar donde no hay lugar para estos niveles emocionales. Y me ahogo. Me faltó un poco más de respirar hondo mirando al mar, ese mar que es tan mi padre, ese referente, ese vacío que tengo sin él. Ese todo irá bien, esa empatía silenciosa, esa complicidad y protección incondicional.
El mundo es un lugar hostil y yo me siento demasiado débil. Lo que acabo de escribir es muy 2017, y me asusta. Pero son estos días tontos posteriores a unos días de felicidad rodeada de aviones de ryanair llenos de guiris. Esto es temporal, forma parte de los ciclos que vivo en estos años de expat. Ya me sé perfectamente cuándo debo y no debo tomarme en serio. Sé también cuándo debo darme tiempo para enfriar esas emociones que me sobrecogen y me generan ese nudo en la garganta.
Pero, esa es la cuestión, todos esos días de angustia, de tedio, de tristeza, están siendo la mayor parte de mi vida.
Vivo atrapada en una vida que no vivo yo, parece la vida de otra persona. Y cuando vivo yo, no es mi vida, es una ilusión, real e irreal al mismo tiempo, en la que está ese mar que es mi padre, ese olor a azahar, ese sol, esa sensación de pertenencia a un lugar, ese sentido de la vida.
La vida se ha convertido en un sueño... como dice una de mis canciones favoritas de todos los tiempos.
Lo de escribir en inglés tuvo su gracia pero yo soy 100% yo en castellano. Al final el idioma se domina (o él te domina a ti) y hasta piensas y sueñas en inglés, todo muy guay, pero vamos, pura supervivencia.
Llevo unos días muy obsesionada con una canción (yo? jaja). Se llama AUTóMATA, y es de El Meister, el creador de una de mis canciones favoritas de todos los tiempos, EL OSO.
Bueno, pues esta canción habla de que ya haces las cosas sin pensar, como un robot, de forma inconsciente. Y bueno, se me ha mezclado todo eso con el tema de la zona de confort, un tema muy de moda en mi vida en los últimos...años?
Y me ando preguntando varias cosas...¿Dónde acaba nuestra zona de confort? ¿Hasta qué punto es bueno salir de ella? ¿Cuánto tiempo aguanta alguien fuera de ella?
Yo he salido de mi zona de confort en varias ocasiones:
- Cuando viví en Móstoles en 2014 (año de muuuuuchos posts by the way, para mi casi que los mejores de este blog).
- Cuando volví luego a mi ciudad natal por un año.
- Cuando me fui a Manchester a vivir sin nada, con manica delante y manica detrás.
- Cuando trabajé en Manchester.
- Cuando me mudé a Belfast y empecé a trabajar aquí.
En resumen...llevo unos 4 años fuera de mi zona de confort, especialmente en el último año, to be fully honest.
Así que soy una out of comfort zone-expert! jaja. Y puedo hablar por lo tanto de ello con cierto criterio.
Zona de confort es ese espacio en el que controlas y dominas todo a tu alrededor. Le tienes pillado el truco a tu trabajo, ciudad/país, entorno social, idioma, cultura, pareja...
Estar fuera de tu zona de confort es jodido, para qué nos vamos a engañar.
PERO ES TAMBIÉN LO MEJOR QUE TE PUEDE PASAR EN LA VIDA.
Uno de los días más importantes y felices de mi vida consistió en estar fuera de mi zona de confort, por así decirlo. Fue el día en que me convertí en doctora.
Gracias a estar fuera de mi zona de confort me he conocido mucho mejor a mi misma, me he superado en momentos muy chungos y por tanto he mejorado como persona y me he realizado como mujer y como profesional, he conocido gente maravillosa y gente no tan maravillosa, he hecho nuevos amigos con 30 años, he aprendido mucho sobre otras culturas y formas de pensar. He aprendido que se puede sentir todo en otro idioma.
Gracias a estar fuera de mi zona de confort conocí Madrid siendo medio pobre, ahora sé cómo sobrevivir en una gran ciudad con muy poco. También aprendí a encontrar un buen trabajo en el extranjero, cosa que no viene nada mal, jaja. He aprendido también a cuidar de mi misma sin ayuda, a soportarme en los días chungos sabiendo que todo mejoraría porque ya había pasado por eso antes y adquieres una perspectiva que antes no tenías...
Gracias a estar fuera de mi zona de confort he conocido aspectos de mi que jamás hubiera conocido, he explorado partes de mi que hubieran estado siempre escondidas. He conocido lugares diferentes, he aprendido a valorar un rayo de sol como nunca lo habría hecho si nunca hubiera salido del sur de España. He corroborado una y otra vez que no hay nada como la comida española. Tú también lo sabes si vivir fuera, vale, pero yo lo puedo corroborar, porque he tenido que comer muchas veces cosas como espaguetti con salsa de curry y patatas con gravy encima y otras perlas culinarias británicas. Para mi tan solo una tostada de tomate (que sepa a tomate) y aceite de oliva virgen con un BUEN café es ya un placer de dioses!
Gracias a estar fuera de mi zona de confort sé lo que quiero en la vida y con quién lo quiero. Me ha llevado bastante tiempo darme cuenta, también os lo digo. Así que mis respuestas son:
¿Dónde acaba nuestra zona de confort?
Mi zona de confort está en mi ciudad natal y un poco también en otras 2 ciudades españolas. En ella se encuentran presentes mi familia, mis amigos, todo lo que me es familiar desde que tengo uso de razón y en mi idioma. Fuera de eso acaba mi zona de confort.
¿Hasta qué punto es bueno salir de ella?
Para mi es lo mejor que me ha pasado en la vida. El que quiera vivir una vida plena, con lo bueno y lo malo que conlleva eso, ha de salir de su zona de confort.
¿Cuánto tiempo aguanta alguien fuera de ella?
En mi caso, empiezo a estar cansada ya, porque no veo que a partir de ahora me vaya a aportar mucho más. Todo lo que tenía que aprender y vivir ya lo he hecho. Ahora quiero una estabilidad y...una zona de confort bonita y con buenas vistas, buen clima...y en la que no se me bufe el pelo! jaja
Resumiendo, yo me he hecho mayor fuera de mi zona de confort.
Ahora toca settle down, cumplir sueños y disfrutar de la vida. EVERYTHING NOW!
Os dejo con esta PUTA OBRA DE ARTE DE CANCIÓN. ASÍ, CON MAYÚSCULAS. Si os gustan David Bowie y ABBA, os gustará (yo me entiendo, jaja).